Matrimonio
Sacramento y Vocación.
EL MATRIMONIO
Es el Sacramento instituido por Cristo que establece la unión entre el hombre y la mujer libremente por amor para toda la vida, para que con la Gracia de Dios se ayuden mutuamente y eduquen cristianamente a sus hijos.
Es el Sacramento de la consagración del amor humano. Es plan de Dios, es una vocación divina.
Es comunidad de vida y amor, camino de salvación personal y del otro, no es un contrato sino una alianza.
REFERENCIA BÍBLICA
Dios los creó hombre y mujer y puso en sus manos el futuro de la humanidad (cf. Gn 1,27-28). Por eso dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer, y serán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre (Mt 19,5-6; cf. CEC 1604-1605).
Presencia de Cristo en las bodas de Caná (Jn 2,1-11) – presencia de Cristo en el amor matrimonial -.
Y es que el Sacramento del matrimonio es signo de la unión de Cristo con la Iglesia (cf. Ef 5,22-23; CEC 1638-1640).
POR ESO LOS CÓNYUGES POSEEN “su propio don dentro del pueblo de Dios, en su estado y
forma de vida. Ellos mismos son ministros de su Sacramento.
Los signos visibles son el contrato matrimonial y el consentimiento, es decir, el sí quiero de los novios.
El ministro son los mismos contrayentes, los novios.
El sacerdote es un testigo imprescindible e imparte la bendición.
Los sujetos son el hombre y la mujer bautizados que cumplen los requisitos y no tengan impedimento.
ESTE DON QUE HACE A LOS CÓNYUGES SIGNO DEL AMOR DE CRISTO A LA IGLESIA HACE QUE EL MATRIMONIO SEA UNA COMUNIDAD DE AMOR.
Uno: un hombre con una mujer y una mujer con un hombre. Es un amor fiel hasta la muerte, no se permiten varias esposas o esposos. Unidad y fidelidad hasta en el pensamiento (cf. Mt 6,28).
Indisoluble: lo que Dios unió que el hombre no lo separe (Mt 19,6). Entre cristianos no existe el divorcio. El vínculo dura mientras dure la vida de los cónyuges. Cuando por razones que no estén en nuestras manos hay una separación deben seguir viviendo como si se estuviese casado.
ESTE DON DE GRACIA ES PARA SANTIFICAR A LOS ESPOSOS.
Esta vocación supone amor y sacrificio, esta gracia es vitalicia, y por tanto puede actuar en todos los instantes de la vida matrimonial para el progreso y desarrollo de los cónyuges y la expansión del Reino de Dios.
El Sacramento se debe recibir en estado de gracia y quienes lo reciben hacerlo con fe y devoción.
Esta Gracia santifica mediante la ayuda mutua y mediante la procreación y educación de los hijos.
El amor no se impone, se da y se merece, cultivándolo día a día, cuida los detalles, se pone en el lugar
del otro.
Los cónyuges deben tener conocimiento mutuo, los modos personales deben tomar forma y vida en el empuje del amor; el cónyuge es otro sexo, por tanto, distinta anatomía, psicología, afectividad.
Quién no respeta no ama. El cónyuge es una vocación.
La ley del amor conyugal es comunión y participación, nunca dominación. Es exclusiva, irrevocable, y fecunda entrega sin perder la propia identidad.
La ayuda permite complementarse en lo físico, psicológico, afectivo, social, moral y espiritual; en la
santificación mutua; en la educación de los hijos y para ser testigos de las virtudes del Reino.
En la convivencia del matrimonio la procreación es muy importante pero no es la finalidad primordial. Es la Iglesia doméstica y 1era escuela de virtudes (humanas, cristianas, teologales).
La paternidad no se debe dar de una manera completamente autónoma (HV 10), sino de común acuerdo y común esfuerzo, atendiendo a su bien personal
y al de los hijos ya nacidos o todavía por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida, tanto materiales como espirituales, teniendo en cuenta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia, Cristo no instituyó este Sacramento para el placer, sino para la santidad.
“El Sacramento del Matrimonio es una responsabilidad de velar por el otro, por la esposa o el esposo, será un caminar juntos asumiendo valores y virtudes, hay que saber llevar la cruz, en el Matrimonio no todo es disfrutar también se trata de comprensión y renuncia, conocerse y animarse, comprenderse y perdonarse, Amar es ante todo buscar el bien del otro”.
ESPOSA:
- Haz de tu hogar un refugio acogedor para tu familia.
- Que tu alegría y tu sosiego sea alivio y descanso en tu hogar.
- Busca apoyo en Dios, en el encontraras la fuerza y la Gracia para llevar adelante tu hermosa misión.
ESPOSO:
- Tu trabajo es importante pero que no te absorba el tiempo que debes a tu familia.
- Ten atenciones con tu esposa como las que tenías cuando era solo tu novia.
- Que Cristo sea luz y la alegría de tu vida en el cumplimiento de tus deberes.