NUESTRA SEÑORA DE SUYAPA

NUESTRA SEÑORA DE SUYAPA

Patrona de Honduras._______________________________

Suyapa está situada al sudeste de Tegucigalpa, capital de Honduras, a unos ocho kilómetros. Su nombre proviene de Coyapa, un vocablo indígena, que significa “en el agua de las palmeras”.

Probablemente comenzó a poblarse con el establecimiento de trabajos agrícolas y ganaderos en la comarca, o con el descubrimiento y trabajos de minas en los lugares cercanos. Cerca de ahí está la montaña del Pilingüín, vestida siempre de verde gracias al follaje de sus pinos. Abajo se divisa la campiña. Por entre los troncos se desliza un sendero que conduce a la ranchería de Suyapa.

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Historia

Para el siglo XVIII, Una tarde bajaba por este sendero un joven y humilde labrador. Su nombre era Alejandro Colindres. Con él venía Lorenzo Martinez, un niño de ocho años. Venían de trabajar en la milpa, donde estuvieron cosechando maíz. El sol se ocultaba entre los montes y sus últimos rayos teñían de rojo el horizonte. La jornada había sido intensa y, agotados por el camino y el trabajo, decidieron pasar ahí la noche.

Alejandro se recostó en el duro suelo y notó que algo le molestaba. Al parecer una piedra le impedía acomodar la espalda. A oscuras lo tomó del suelo y lo arrojó lejos. Curiosamente al recostarse nuevamente sintió aquella molestia en el mismo lugar y esta vez no lo tiró, sino que, intrigado por lo acontecido, guardó el objeto en su bolso morral y ver qué era al día siguiente. A la luz del amanecer descubrió sorprendido que el misterioso objeto era una pequeña imagen de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción tallada en madera de cedro.

Al día siguiente continuaron su camino. Se oían distantes las campanas de Tegucigalpa. Poco después llegaron a su casa de Suyapa. Alejandro saludó a su madre y después de comentarle los detalles y peripecias del camino le puso en el bolso de la camisa, sin decirle nada, la pequeña imagen de la Virgen. Una vez terminadas sus labores la madre revisó el bolso y encontró con alegría el regalo de su hijo: ¡una estatuilla de la Virgen!

Era una familia de profundo sentimiento religioso. Colocaron la imagen en una mesita, adornada con flores naturales renovadas diariamente. Sentían una gran veneración a la Inmaculada. Luego la pasaron a una habitación acondicionada como capilla. Por más de veinte años le rindieron un culto familiar, sencillo y sincero en la casa de los Colindres. Los vecinos la visitaban con frecuencia, le ofrecían sus trabajos, le confiaban sus preocupaciones y necesidades.

Los habitantes de la aldea también le tenían mucho cariño. Cuando alguno enfermaba solían llevar la imagen a la casa del enfermo para que la Virgen lo visitara.

Un día enfermó Don José de Zelaya. Un militar importante, dueño de la hacienda “El Trapiche”, situada como a un kilometro y medio de la aldea. En realidad, ya estaba enfermo desde hacía tiempo y sufría mucho a causa de unos cálculos renales.

Isabel Colindres sabía de su enfermedad y le mandó un recado diciéndole que, si quería, podía enviarle la imagen de la Virgen.

Don José aceptó y trajeron a la Virgen en una especie de procesión. Al llegar, el enfermo, fervoroso y contrito, le pidió su curación y le prometió construirle a cambio una ermita. Tres días después el señor Zelaya arrojó por vía urinaria las tres piedras que eran el tormento de su vida. Esto ocurrió en el año de 1768.

Pasaron casi diez años antes de que el señor Zelaya cumpliera su promesa. Por fin el 28 de noviembre de 1777, el Cabildo Eclesiástico le dio el permiso de construir una capilla en su hacienda para que se celebrase en ella la Misa. La bendición de la ermita fue en el año de 1780. Luego con el aumento de peregrinos fue necesario hacer continuas remodelaciones hasta llegar al estado actual, terminado en 1947.

En el año de 1954 el tercer arzobispo de Tegucigalpa, Mons. José de la Cruz Turcios y Barahona puso la primera piedra del nuevo Santuario. Su fiesta se celebra el 3 de febrero y fue nombrada Patrona Nacional de Honduras por el Papa Pío XII.

Descripción de la Imagen

La imagen de Nuestra Señora de Suyapa es una pequeña escultura hecha de madera de cedro que mide seis centímetros y medio de alto.

Su talla es antigua y parece que fue trabajada por algún aficionado devoto de la Virgen.

De tez morena, su rostro es agraciado, ovalado, de mejillas redondas, fina y recta nariz, y la boca pequeña; en los ojos, se refleja la nobleza de la raza indígena. En su pequeña cabecita lleva una corona de oro adornada con piedras preciosas, su cabellera lacia le cae, partida en dos, a ambos lados de la frente, hasta los hombros. Las manos diminutas, sin entrelazarse, se juntan suavemente sobre el pecho, en actitud de oración. El vestido pintado en la propia imagen, es una túnica de color rosa pálido, que apenas asoma por el pecho, pues está cubierta con un manto oscuro adornado con estrellas doradas. Circundan toda la imagen unos rayos de plata sobredorada, engastados en piedras preciosas, que se cierran en forma de número ocho, y en el extremo de los rayos superiores, doce estrellas rodean la cabeza de la imagen.

El conjunto nos recuerda a la mujer vestida de sol que aparece en el libro del Apocalipsis. De plata sólida es la esfera que sirve de apoyo a la imagen que tanto venera el pueblo hondureño.

Nuestra Señora de Suyapa y los Papas.

En 1925 el Papa Pío XII declaró a Nuestra Señora de Suyapa Patrona de la Republica de Honduras, y se escogió el 3 de febrero como el día de la celebración patronal, con Misa y Oficios propios.

El Papa Juan Pablo II en la Eucaristía que celebró en Suyapa, el 8 de marzo de 1983, dijo: “Un mismo nombre, María, modulado con diversas advocaciones, invocado con las mismas oraciones, pronunciado con idéntico amor… Aquí, el nombre de la Virgen de Suyapa tiene el sabor de misericordia por parte de María y de reconocimiento de sus favores por parte del pueblo”.

Lo que antes era un Santuario fue instituida como Basílica Menor de Suyapa por el Papa Francisco el 9 de septiembre de 2015 en respuesta a la petición hecha por la Conferencia Episcopal de Honduras en 2013.

En el país de los pobres, esta Basílica de Santa María de Suyapa se encuentra enclavado en una de las zonas más humildes de la ciudad.

Oración a la Virgen de Suyapa.

Madre de mi corazón,

únete siempre a mi espalda como al joven que te halló.

Guíame por el camino, abrígame con tu amor,

condúceme al paraíso donde no se oculta el Sol.

Cuando me venza el cansancio, o me atenace la angustia, cuando la muerte, a su paso, haga despertar mis dudas,

Virgencita de Suyapa ven a mi espalda en ayuda.

Sostenme con tu mirada, y mis lágrimas enjuga.

Reina de los hondureños,

con tus pequeñas manitas rezas por el bien del pueblo que en tu protección confía.

Virgencita de Suyapa, morena de raza indígena,

¡cúbreme de paz el alma hasta el final de mis días!

Amén.

Fuentes: Catholic. Net; www.angelfire.com; CRS fe.acción.resultados; wwwHondurastips.hn2020