Nuestra Señora de Beauraing

1era Aparición de la Virgen en Bélgica.

Nuestra Señora de Beauraing

“Virgen del Corazón Dorado”

“15 años después de la aparición de la Virgen de Fátima. La Virgen se apareció a cinco niños en Beauraing, Bélgica.

Los niños videntes y sus familias:

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La familia Degeimbre. Germaine, una mujer fuerte, simpática y práctica que supo proveer sola por sus hijas, es la madre de dos de las videntes, Gilberte de 9 años y Andree de 14. La hija mayor, Jeanne, de 17 años, nunca vio a la Virgen y, movida por la envidia, atacó mucho a sus hermanas llegando hasta la calumnia y el desprecio a las apariciones. Los padres, así como las dos primeras hijas nacieron en Beauraing, pero la familia se había mudado a Voneche donde el padre consiguió trabajo cuidando una granja. Allí se quedaron por 13 años. Al morir el padre, la familia regresó a su pueblo natal. Solo llevaban dos años de regreso en Beauraing cuando ocurrieron las apariciones.

La familia Voison. Héctor y Marie Loose Voison eran los padres de los otros tres videntes, Fernande de 15 años, Gilberte de 13 y Alberto. Héctor, empleado del ferrocarril, para aumentar su pobre ingreso, abrió una tienda con su esposa en la calle principal del pueblo. Los Voisons estaban muy involucrados en el Partido Socialista y habían abandonado la práctica de la fe católica.

Un día los niños fueron al convento a recoger a Gilberte y jugaban frente a la puerta.

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De repente, Alberto exclamó emocionado: “Miren, la Virgen, vestida de blanco, está caminando en el puente. Las niñas no le prestaron ninguna atención. Pero entonces Fernande, por el tono de alarma en la voz de su hermano y por la expresión de su rostro, hizo le hizo caso y miró hacia donde este le señalaba.

Al mirar se quedó congelada. Las otras niñas, mientras tanto, no habían todavía mirado y dijeron, “Tonta, es solo la luz de un automóvil”.

La insistencia de Alberto hizo que se voltearan. Según miraban hacía arriba, todos la veían y quedaban conmovidos.

¡La Virgen estaba sobre el puente! Estaba iluminada, su vestido blanco y largo oscilaba en el viento. Parecía como si estuviera caminando sobre una nube.

Los niños pudieron distinguir que estaba caminando en el aire, sintieron miedo y tocaron la puerta delconvento, pero la hermana que abrió no les creyó.

Los niños corriendo hacia la casa de los Degeimbre, pasaron a un hombre en la calle. Por sus expresiones, él pensó que había un fuego en algún lugar. “¿Qué ha sucedido?”- preguntó. Uno de ellos contestó: “vimos algo blanco”. Cuando llegaron a la casa de los Degeimbre, Germaine estaba sentada en la mesa con dos amigos, Raymond Gobert y Jules Defesche. Inmediatamente supo que algo le sucedía a los niños, pues estaban sin respiración, sus rostros enrojecidos. Todos hablaban emocionados al mismo tiempo. “¡Creo que vimos a la Santísima Virgen!”, “¡Yo pienso que era la estatua que se movió!”, “¡La Santísima Virgen estaba caminando!”.

La respuesta fue incredulidad y disgusto. La hija mayor de los Degeimbre, Jeanne, dijo “¿Ustedes dos ven a la Virgen?, Si yo la hubiera visto, sería diferente. ¿Pero, ustedes dos? -no son lo suficiente buenas.”

Germaíne mandó a sus dos hijas a dormir y les dijo a los tres niños de Voison. “Ahora ustedes, escúchenme. No le digan nada de esta tontería a sus padres. Ellos, sin embargo, le comunicaron todo a sus padres.

La Virgen siguió apareciéndose a los niños, por los primeros tres días no les dijo absolutamente nada. La gente les preguntaba “¿Qué dijo?”. Su respuesta fue: Nada”.

Finalmente, el viernes, 2 de diciembre, en respuesta a las preguntas de las personas, ella contestó:

A la pregunta, “¿Es usted la Virgen Inmaculada?, Ella movió su cabeza y abrió sus brazos”

A la pregunta, “¿Qué quiere usted de nosotros?”, Ella habló por primera vez. “SIEMPRE SEAN BUENOS.”

Los niños respondieron: “Sí. Nosotros siempre seremos buenos.” Pero muchos entre la gente, cuando se enteraron del mensaje protestaron: “¿Eso es todo?

El próximo día, sábado 3 de diciembre, los niños repitieron sus preguntas. A la pregunta, “¿Es usted realmente la Virgen Inmaculada?”, Ella movió su cabeza en aprobación.

A la pregunta, ¿Qué quiere usted de nosotros?”, su respuesta fue “¿Es verdad que ustedes siempre van a ser buenos?”

Los niños respondieron: “¡Sí! Nosotros siempre seremos buenos.”

Los niños enfrentaron gran oposición de todos lados, incluso del sacerdote del pueblo. Nadie les ayudaba a discernir, más bien se burlaban de ellos o los acusaban de mentirosos.

Las apariciones carecían de milagros espectaculares y la gente no encontraba el sensacionalismo que buscaban. Un sacerdote, al que se le pidió que comentara sobre el primer mensaje de Nuestra Señora, observó que era una declaración muy insignificante para haber sido hecha por la Madre de Dios. ¿Dónde estaban los milagros? ¿Dónde estaban las señales? ¿Qué decía la Virgen que fuese tan trascendental? “SEAN BUENOS SIEMPRE” ¿Qué era eso?

Se desató una batalla. No solo la Prensa Socialista y los anticatólicos, sino que los mismos católicos se encargaron de ofender y desprestigiar a los niños y a la Virgen. Los niños se encontraron incomprendidos.

A pesar de todo, de repente, la iglesia tuvo más participantes en Misa. El 8 de diciembre, la fiesta de la Inmaculada Concepción. Aquel día Marie Louise Voison recibió la Eucaristía por primera vez en diez años. Su esposo la siguió muy poco después.

Los niños estaban sujetos a enormes presiones, todos, desde el gobierno hasta las autoridades eclesiásticas le hacían constantes preguntas.

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Sin embargo, desde el primer día, los niños fueron consecuentes en sus informes.

Se aparecerá tan sólo durante el rezo del Rosario, que ellos tomaron la costumbre de recitar mientras esperaban su venida

Los relatos de los niños sobre las apariciones coincidían casi perfectamente.

Cada vez que Nuestra Señora se le aparecía, caían de rodillas, de forma que sus rodillas impactaban contra el suelo de golpe, como si hubieran sido empujados por una gran fuerza. Sin embargo, los niños no sentían dolor por ello.

Cada noche, antes de la aparición, los niños rezaban el rosario con una voz natural, pero cuando llegaba la Virgen alcanzaban un tono altísimo y rezaban mucho más rápido.

El miércoles 28 de diciembre, Nuestra Señora les dijo a los niños que muy pronto dejaría visitarles. Esto entristeció muchísimo a los niños.

El 29 de diciembre, cuando María se despedía de los niños, abrió sus brazos haciendo visible en su pecho, por primera vez, su corazón que brillaba en oro. Es por eso, por lo que se le ha llamado la SEÑORA CON EL CORAZÓN DE ORO, referencia a su Corazón Inmaculado.

El 30 de diciembre, la Virgen les mostró su corazón de oro a los niños otra vez y les dijo:”¡OREN! ¡OREN MUCHO!”

El 31 de diciembre mostró una vez más su corazón de oro.

El 1 de enero de 1933, le dijo a los niños “OREN SIEMPRE.” y añadió que no los vería de nuevo hasta la aparición del 3 de Enero.

En una ocasión, en que la Virgen habló solo a Fernande Voison, los otros niños se enojaron con ella pues se sentían excluidos. Fernande temió por lo que pensaran ellos u otras personas que podían acusarla de falsificar una aparición. Hizo saber que a ella no le gustaba que Nuestra Señora le hablaba solamente a ella.

Según la costumbre de los niños era que, cuando Nuestra Señora movía sus labios para hablar, ellos dejaban de orar para poder oír sus palabras. Durante la aparición del 1ero de enero, cuando la Virgen comenzó a mover sus labios para hablarles, Fernande temía que le fuera a hablar solamente a ella y continuó orando con sus ojos bajos para no poder oír a Nuestra Señora. Esta actitud causó, como veremos, un episodio singular en las apariciones. Dos días después, Fernande estaba arrepentida de su mal comportamiento con la Virgen.

Una gran multitud estaba reunida el 3 de enero para la aparición final. A los niños se les dificultó llegar a sus lugares para la aparición. En cuanto llegaron se pusieron a rezar y, después de un corto tiempo, cayeron de rodillas, excepto Fernande. Ella miraba a su alrededor desconcertada, luego lentamente se arrodilló por unos cuantos segundos, pero se levantó llorando y exclamó: “no puedo verla”.

La Virgen estaba más hermosa que nunca. Sus rostro y todo en ella resplandecía.

  • Primero le habló Gilberte D.: “Esto es entre tú y yo, y te pido que no le hables de esto a nadie.” La Virgen le dio un secreto, y dijo “Adiós”.
  • Enseguida le habló a la otra Gilberte: “Yo convertiré pecadores.” Entonces le dio a la niña un secreto, y dijo “Adiós”.
  • Entonces le habló a Alberto. Le dijo un secreto, y dijo “Adiós”.
  • Finalmente, le habló a Andree: “Yo soy la Madre de Dios, la Reina del Cielo. Oren siempre.” Luego dijo “Adiós” y desapareció.

Fernande, que seguía sin poder ver a la Virgen, rezaba con todas sus fuerzas. Cerró sus ojos, oró, y luego los abrió, pero no podía ver a la Virgen. Miró a las expresiones en los rostros de los otros niños y sabía que Nuestra Señora les estaba hablando. Tenían lágrimas en los ojos. Fernande estaba sumamente triste y dolida. Al final de las apariciones, los otros niños que, si veían, empezaron a levantarse. La multitud comenzó a dispersarse. Fernande permaneció de rodillas. Miró a su alrededor, aturdida. Alguien sugirió que dijeran otro rosario. Quizás Nuestra Señora volvería. Los niños se arrodillaron otra vez y rezaron el Santo Rosario. La Señora no regresó. Los niños se levantaron y caminaron hacia la gruta para orar. Fernande exclamó “¡Yo quiero verla!” Permaneció sola, arrodillada, rezando pues la gente se fue tras los otros a la gruta.

Ya oscurecía, cuando, de repente, el poderoso crujir de un rayo estremeció a todo el mundo. Su luz resplandeció en el cielo, seguido por una bola de fuego que cayó sobre un espino. Todo el mundo pudo verlo. La multitud quedó estremecida y volvió su mirada hacia aquel árbol. Fernande tenía una gran sonrisa. ¡La Virgen había regresado! La Inmaculada Madre celestial miraba Fernande que no podía parar de llorar de alegría. La Virgen esperó un momento, y entonces le habló:

  • ¿Amas a mi Hijo?
  • Sí- exclamó ella.
  • ¿Me amas a mí?
  • ¡0h, sí!
  • Entonces, sacrifícate por mí.

Fernande quería que la Virgen se quedara. Tenía muchas preguntas que hacerle. Pero la Señora abrió sus brazos, resplandeció con más brillo que nunca, y expuso su Corazón de Oro. Miró a Fernande con inmenso amor y dijo: “Adiós”. Fernande se derrumbó en lágrimas; su cuerpo entero temblaba de los sollozos incontrolables.

Pocos años después de las apariciones estalló la Segunda Guerra Mundial. Hitler invadió a Bélgica. El Santuario de la Virgen en Beauraing se convirtió en un foco de esperanza cristiana para los belgas. En aquellas difíciles circunstancias los fieles recordaron que la Virgen les había enseñado que el amor a Jesús y a ella exige sacrificio.

Las apariciones han sido aprobadas por la Santa Sede. Cada año unas 200,000 personas visitan el santuario. El mensaje de la Virgen no era solo para los videntes, sino para todos sus hijos. Medítalo. Vívelo. Responde al clamor de Nuestra Madre.

  • ¿Amas a mi Hijo?
  • Sí- exclamó ella.
  • ¿Me amas a mí?
  • ¡0h, sí!
  • Entonces, sacrifícate por mí.

Bibliografía

Lord, Bob y Penny, Los Muchos Rostros de María, Una Historia de Amor.

https://www.corazones.org/maria/banneux.htm

https://es.wikipedia.org/wiki/Nuestra_Se%C3%B1ora_de_Beauraing